Nuestra fe es la tinta
Nuestro tórculo un altar
Y nuestro dogma es la estampa
El Templo del Grabado no es solo un taller, es un espacio de culto para los devotos de la estampa , una catedral laica donde el ácido, la emulsión y la gubia no son herramientas, sino reliquias de una liturgia creativa que se renueva en cada estampa.
Aquí se enseñan técnicas como si fueran evangelios, la calcografía se predica con acido y barniz blando; la xilografía, con devoción a la veta, la serigrafía, con fe en el pulso. Y cada artista que cruza nuestras puertas es recibido como un iniciado, no con dogmas cerrados, sino con la libertad de crear su propio credo gráfico.